sábado, 2 de junio de 2007

CAPÍTULO 2. LA JUVENTUD, DE 1922 A 1929

En octubre de 1922. Entra José Luis por vez primera como alumno en el templo de la medicina española. El caserón de Atocha causa en él un profundo impacto. Se da cuenta, siente, que sin saber racionalmente el por qué, ha llegado a su casa. El es ya y será siempre discípulo de San Carlos y como el Borromeo, ante todo médico.

Los años de la facultad son vividos por José Luis con tremenda intensidad.

En el alegre Madrid de sus primeros cursos, en la Universidad, a pesar de la crisis institucional que supone la Dictadura de Primo de Rivera se puede, de verdad, vivir.

SU CASA

La familia se traslada, desde Infantas al número 25 de Hernán Cortés, un enorme caserón en cuyo vestíbulo cuelga “La Crucifixión” de Alonso del Arco, que será presencia constante en el hogar del futuro médico.

Anuncia este a los Estecha, sus primos de Bilbao, el cambio de domicilio con una carta en verso que dice... y hemos comprado una lámpara de color verde furor, que hace de palacio el comedor... y que descubre el espíritu alegre con que ha afrontado la familia el cambio de dirección.

Los veranos, en todo caso, siguen siendo la ilusión de vivir Pradoluengo.


EN LA UNIVERSIDAD


Anatomía, Filosofía, Patología, Neurología... son asignaturas que salva José Luis con el arte de quien sabe combinar el trabajo con la alegría de vivir.

Sebastián Roscón, luego periodista de la medicina, Agustín La Fuente Chaos, su gran amigo, y su hermano Alfonso, Alfonso Aparicio, gran tirador, hijo y digno discípulo del maestro de esgrima Afrodisio Aparicio, y Pedro Arrupe son sus más queridos condiscípulos, junto a otros como García Valdecasas, Severo Ochoa y tantos otros que él menciona con gran afecto siempre que tiene ocasión.


EL FUTBOL


Con Agustín juega al fútbol en los equipos de primera división. Juega José Luis primero en la Gimnástica y luego en la Unión Sporting. Son sus compañeros y adversarios Severo Goiburu, que comienza medicina y termina de profesional en Granada, el terrible portero Fernández, Monjardín, Félix Pérez, tabernero con establecimiento abierto y muy visitado por sus amigos, en la calle de Alcalá, Marín y del Campo. Félix Quesada, el duro extremo izquierda que en una entrada retira a José Luis durante varios meses del campo de juego con rotura de astrágalo...

Y hay que decir que en San Carlos los catedráticos de la época eran, como ahora en ambientes cultos, pro y anti-fútbol.

El Catedrático de Anatomía Patológica, el Dr. Tello, era de los segundos cuando José Luis llego al examen final, todavía con muletas, su pregunta fue “¿Se ha lesionado usted jugando al fútbol?”. No, Doctor, me he caído por la escalera”, respuesta que evitó en opinión de todos sus compañeros el fulminante suspenso del alumno.

Bien es verdad que José Luis en esta rápida respuesta no hizo sino repetir lo mismo, a la misma pregunta que su padre, también poco aficionado a este deporte, le había hecho el mismo día en que se produjo la entrada de Quesada.

En el otro extremo, D. Eduardo García de Real, Catedrático de Patología, le dio un notable por los dos goles que marcó, jugando con el equipo de la Facultad, contra el equipo local en El Escorial...

SUS MAESTROS

Grandes maestros en aquellos años fueron el Decano, D. Sebastián Recasens, D. José Sánchez-Covisa y el Dr. Negrin.

En recuerdo cariñoso del ilustre catedrático escribía más tarde José Luis para solaz de sus profesores y condiscípulos el siguiente ripio:

“¿Quién fue el fisiólogo, de gran formación
científica al que dio por la política y al final
político fue?. Negrín”.


SUS DIVERSIONES


La alegría de los estudiantes era proverbial. Lo mejor de la Carrera eran sin duda las chicas, chicas bien y chicas que estaban muy bien. Los teatros de revista, las verbenas y kermeses, las horas de billar -José Luis llegó al segundo puesto en el campeonato de España-, el hipódromo y los juegos de azar, eran actividades siempre compatibles con el estar interno en el Hospital de San Juan de Dios, el actual Gregorio Marañón, con el Dr. Sicilia en la Cátedra de Piel desde 4º curso, con oposición ganada en 5º, todo 6º y hasta que en noviembre de 1929 parte para África al Servicio Militar.

EN LOS LUISES

Sin embargo, José Luis por influencia de su padrino, el tío José, piadoso abogado, gran orador e importante miembro de la Causa Carlista, guardaba tiempo también y como actividad importante para la congregación de Los Luises que los Jesuitas impulsaban desde su seda de la Calle Zorrilla. Allí, con Pedro Arrupe, su gran amigo y compañero, hasta que en el otoño de 4º marchó a Loyola de novicio Jesuita, promovieron e impulsaron su propia Academia de Medicina, que cada sábado reunía a miembros e invitados para tratar temas de actualidad relacionados con la medicina a la luz del pensamiento católico.

La prostitución, las enfermedades venéreas, el aborto, la pobreza y la desnutrición, la salubridad y la vivienda, eran temas que analizados desde el pensamiento de aquellos jóvenes mantienen hoy, y son discutidos, con similar pasión y no muy diversos puntos de vista por los jóvenes inquietos en la Universidad de nuestros días.

Finalmente, los cortos y felices años de la carrera, solo enturbiados por las graves enfermedades de sus hermanos Isidro y Federico, concluyen.

En junio de 1929, José Luis Mingo Alsina, a sus 22 años, obtiene su Licenciatura en Medicina y Cirugía.